Herederos del oficio de Juan Cromberger, primer impresor de la Nueva España, los libreros e impresores de la primera mitad del siglo XIX participaron en el devenir histórico y en la formación de una nación independiente.
Los extranjeros que llegaron poco después de la Independencia trajeron consigo avances tecnológicos y artísticos que fueron dando a conocer mediante sus trabajos en las imprentas. Fue así que la publicación de diversas obras literarias, artísticas y científicas confirió a México una imagen propia tanto en la República como en el extranjero. Por otro lado, la difusión de las ideas ilustradas en libros y periódicos, así como la impresión de álbumes y calendarios, permitieron dar a conocer lugares, inalcanzables para muchos, representativos para otros, que contribuyeron de manera relevante a la formación de una identidad nacional.
En los registros aquí incluidos, encontraremos datos y referencias sobre algunos de los empresarios culturales decimonónicos más conocidos, como lo fueron Ignacio Cumplido, Vicente García Torres y Mariano Galván Rivera, por mencionar algunos, todos involucrados en el comercio de la letra impresa y asociados en distintas producciones editoriales. Encontraremos también los pormenores del proceso de impresión, el tiraje, las condiciones de trabajo, los costos, la parte íntima del quehacer cotidiano de los impresores, todo ello, en parte, gracias a los contratos de aprendices. De esta manera, los interesados en la producción de textos e imágenes durante el siglo XIX pueden recuperar valiosos testimonios de la producción editorial nacional.
El Catálogo del protocolo del escribano Joan Fernández del Fernández del Castillo de 1525 es el más antiguo que se conserva en el Archivo Histórico de Notarías de la Ciudad de México, y pieza fundamental para las investigaciones sobre el siglo XVI; registra los acontecimientos que se suscitaron en ese año con el rumor de que Hernán Cortés había fallecido y la subsiguiente lucha por el poder en la metrópoli. La riqueza de la documentación que presenta nos introduce en la vida pública y privada de la primigenia sociedad novohispana, cuyos recuerdos históricos resume.
Desde su escribanía, Joan Fernández es testigo de la formación de las instituciones que regirían en el futuro la vida cotidiana de los habitantes de la Nueva España. Informa de manera sintética del acontecer de agosto a diciembre de 1525 y describe el día con día de los primeros habitantes de la ciudad de México. Así, nos enteramos de la formación de compañías, de problemas de herencia, de pleitos de matrimonio, de venta de esclavos, de descripciones de las calles de la ciudad, del reclamo de merced real por parte de los conquistadores, de los permisos que solicitaban las mujeres a sus esposos. Este Catálogo refleja parte del universo que se formó en la gran ciudad de México Temixtitan.
El llamado “giro de la imagen” (iconic turn) ha obligado a la historia del arte a replantearse su metodología a la hora de analizar una imagen. Con tal finalidad, en este trabajo se establecen unas bases originales para una crítica de la misma. La construcción de estas bases debe partir directamente de la imagen, es decir, en contraposición a la tendencia logocéntrica occidental, crearse a partir de sus propias especificidades, de su materialidad y la generación de sentido a partir de éstas. Para fijar cuáles podrían ser las características inherentes a la imagen, a lo largo del artículo se contraponen con las del leguaje verbal para, mediante una comparación, ir desgranando sus cualidades de significación. El decir y el mostrar, la interpretación lingüística y la significación muda, o la temporalidad de la imagen frente a la secuencia lineal de la escritura y el lenguaje, son algunas de las características que se exponen en este artículo.
The so-called “iconic turn” has obliged art history to reconsider its methodology for analyzing images. With this in mind, the present work sets forth some original bases for a criticism of images. These bases must be constructed using the image itself as their starting point, that is to say, be created—in contraposition to the Western logocentric tendency—with attention to the image’s own specific properties, its materiality, and the meaning they themselves generate. In order to fix what might be the inherent characteristics of images, these are set, throughout the article, in contraposition to those of verbal language; thus, by means of comparison, to give account of their qualities of meaning. The characteristics set forth in this article include: saying vs. showing; linguistic interpretation vs. mute signification; or the temporality of the image as against the lineal sequence of writing and language.