Las tumbas de tiro son sepulturas que se encuentran en diferentes lugares de Jalisco, Nayarit, Colima y Michoacán. Allí fueron enterrados los portadores de la cultura igualmente nombrada de las tumbas de tiro, junto a una gran profusión de vasijas cerámicas y esculturas. Las primeras están ornamentadas con imágenes abstractas —como motivos geométricos o fantásticos—, mientras las segundas tienen decoraciones de tipo figurativo: animales, plantas, humanos, etc. Habitualmente se considera que las de tipo figurativo tuvieron una intención mimética, mientras las otras quisieron aludir a una realidad supraterrenal. Este estudio se centra en argumentar que, no únicamente las que refieren a una realidad imaginaria, todas las representaciones que se encuentran en los objetos encontrados en las tumbas aluden a conceptos, pues las posiciones forzadas y la idea que el pueblo mesoamericano tenía de la realidad refuerzan la relación de estos motivos…
Por qué se copiaron en lienzo, en el periodo virreinal, algunas imágenes de culto escultórico es la pregunta que articula este escrito. Las diferencias entre copia, retrato y simulacro son fundamentales para entender la función que tuvieron dichas representaciones en el momento histórico en que fueron concebidas. Al mismo tiempo, las leyendas de las obras a las que se alude también nos pueden ayudar a codificar la intención del artista al pintarlas. Los simulacros escultóricos llegaron a tener el cometido de representar al Dios encarnado, en lugar de tener el que se otorgaba a las copias, tal como se ha podido pensar hasta hace poco. Éste es un tema que se aborda ampliamente a partir de ciertos ejemplos muy característicos de la devoción iberoamericana y concretamente mexicana: la Virgen de Guadalupe, el Cristo de Santa Teresa o el Cristo de Ixmiquilpan son algunos de los paradigmas.