Existe la idea generalizada de que en la época del cine mudo, el séptimo arte se veía como algo sin valor cultural o histórico, como un aparato pasajero e intrascendente, cuya producción no era necesario salvaguardar. Sin embargo, desde finales del siglo XIX existieron diferentes iniciativas, tanto en México como en el resto del mundo, cuyo objetivo fue la preservación (o creación) de un archivo fílmico. Lo que diferencia nuestro afán actual, por proteger los resultados de la realización cinematográfica, y el de Salvador Toscano, reconocido por su trabajo como realizador y exhibidor en el panorama mexicano, es que su preocupación patrimonial no responde a los mismos patrones que la nuestra. En el caso de Toscano, igual que en el de muchos cronistas, escritores o archiveros de la época, su interés para con el cine recaía fundamentalmente en la cualidad histórica de la imagen en movimiento.
Este volumen nace de una colaboración entre el INAH, el ICCROM y la UNAM sobre los principios y criterios de conservación desde una perspectiva histórica y su aplicación en proyectos contemporáneos en América Latina y Europa. Se analiza críticamente el valor del patrimonio, diversos tipos de intervenciones y la investigación aplicada a materiales y procesos de conservación y restauración: limpieza, control de sales, consolidación, reintegración de faltantes y el uso de réplicas; con el fin de aportar una visión amplia para la reflexión sobre temas normativos. Fortalece también el diálogo entre profesionales de la conservación y especialistas de otras disciplinas usando un lenguaje común y datos comparables, esto con la intención de que la teoría y la práctica se encaminen a resolver los retos en la conservación del patrimonio en piedra
ante el cambio climático y el contexto social actual.
En retrospectiva, mientras preparamos la edición del XXXVI Coloquio Internacional de Historia del Arte. Los estatutos de la imagen, creación-manifestación-percepción, es imposible no pensar en el comienzo del expresivo proceso que desembocó en su buen fin. En seguimiento de una práctica inaugurada en 1975, se convocó a los investigadores a presentar propuestas para el tema de nuestro coloquio anual. Tomó cuerpo, alrededor de un mes después, cuando sorprendentemente fueron entregadas, entre varias propuestas, dos que versaban y se interesaban en especial por el estatuto de las imágenes y sus procesos generadores; a saber, la manera en que han sido creadas, transmitidas y percibidas.